Pç. Font 23, Tarragona
Las patatas estan servidas en un recipiente metálico imitando una freidora, no suele gustarme esta presentación porque además de que la salsa no suele llegar a las patatas de abajo, se suelen quedar pochas al meterlas calientes alli y aglomeradas.
Estan cortadas demasiado grandes, aunque estan tiernas y ricas, pero no han quedado crujientes.
La salsa es muy muy picante! con un sabor predominante a mostaza y muchas especies, tambíen predomina el pimentón rojo culpable del picante que te hace beber un trago después de cada patata.
El precio es exagerado, pese a la situación céntrica del local, no podria justificar los 5,80 euros por esta ración de bravas.
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